Se le podría hacer creer a uno que había algo confuso respecto a trazar el rumbo de su carrera en el mundo laboral. Y la confusión existe para aquel que no esté equipado con guías y mapas.
Al mirar los muchos factores que pudieran trastornar su vida y minar su seguridad, la impresión de “confusión” parece estar bien fundada.
Suficientes problemas no resueltos forman una gigantesca confusión. De vez en cuando, en su empleo, suficientes órdenes contradictorias llevan al trabajador a un estado de confusión. Una planta moderna puede estar dirigida tan deficientemente que todo parezca ser una vasta confusión para la que no hay respuesta posible.
La suerte es la típica respuesta a la que uno recurre en una confusión. Si las fuerzas que le rodean a uno parecen demasiado grandes, uno siempre puede “confiar en su suerte”. Con suerte queremos decir “destino no guiado personalmente”. ¿Cuándo un
Uno ha visto a algún amigo cerrando los ojos ante los cobradores y apretando los dientes mientras espera ganar en las carreras y resolver todos sus problemas. Uno ha conocido a gente que manejó así su vida durante años. De hecho, uno de los grandes personajes del novelista inglés Charles Dickens tenía toda una filosofía de “esperar a que algo ocurriera”..” Pero la suerte, aun concediendo que es un poderoso elemento, sólo es necesaria dentro de una fuerte corriente de factores confusos. Si uno tiene que tener suerte para salir adelante, se deduce entonces que uno ya no está al volante de su propio automóvil. Y se deduce, también, que uno está tratando con una confusión.
Sería sensato, entonces, entender con exactitud qué es una confusión y cómo resolverla.
La confusión y el dato estable
Una confusión puede definirse como “cualquier conjunto de factores o circunstancias que no parecen tener ninguna solución inmediata”.
Más ampliamente:
UNA CONFUSIÓN EN ESTE UNIVERSO ES MOVIMIENTO ALEATORIO.
Si te quedaras de pie en medio de un tráfico denso, seguramente te sentirías confuso con todo el movimiento que pasaría zumbando a tu alrededor. Si te quedaras de pie en una fuerte tormenta con hojas y papeles volando por ahí, seguramente te sentirías confuso.
¿Es posible comprender realmente una confusión? ¿Existe una “anatomía de la confusión”? Sí, la hay.
Si, como operadora de una centralita, tuvieses diez llamadas llegando a tu centralita a la vez, podrías sentirte confusa. Pero, ¿hay alguna respuesta a la situación?
Si, como jefe de planta, tienes tres emergencias y un accidente todos al mismo tiempo, podrías sentirte confuso. Pero, ¿hay alguna respuesta para eso?
Una confusión es una confusión únicamente mientras todas las partículas estén en movimiento. Una confusión es una confusión únicamente mientras ningún factor se defina ni comprenda claramente.
La confusión es la causa básica de la estupidez. Para el estúpido, todas las cosas excepto las muy sencillas son confusas. Así, si uno conociera la anatomía de la confusión, no importa lo listo que fuera uno, sería más listo.
Si alguna vez ha tenido que enseñar algo a un joven ambicioso pero no muy inteligente, entenderá bien esto. Intentas explicar cómo funciona tal y cual. Lo repasas una y otra vez, una y otra vez. Y luego le dejas a su aire y él rápidamente hace de ello una verdadera chapuza. Él “no comprendió”, “no lo captó”. Puedes simplificar tu comprensión de su incomprensión diciendo muy correctamente: “Él estaba confuso”.
Cuando la educación fracasa, en el noventa y nueve por ciento de los casos, se debe a que el estudiante estaba confuso. No sólo en el ámbito del trabajo, sino en la vida misma, cuando el fracaso es inminente, este se origina, de una manera u otra, en la confusión. Para aprender cómo funciona una máquina o para vivir la vida, la persona debe ser capaz de hacer frente a la confusión o desbaratarla.
En Scientology tenemos una doctrina (un principio) sobre la confusión.
LA DOCTRINA DEL DATO ESTABLE.
Si vieras una gran cantidad de trozos de papel dando vueltas rápidamente en una habitación, parecerían confusos hasta que escogieras un trozo de papel para que fuera el trozo de papel respecto al cual todo lo demás estuviera en movimiento. En otras palabras, En otras palabras, un movimiento confuso se puede comprender concibiendo que una cosa está inmóvil.
En un tráfico ininterrumpido, todo sería confusión a menos que concibieras que un coche estaba inmóvil respecto a los demás coches y así vieras a los demás en relación con el primero.
La operadora de la centralita, que recibe diez llamadas a la vez, resuelve la confusión clasificando —correcta o incorrectamente—una llamada como la primera que va a recibir su atención. La confusión de “diez llamadas a la vez” se vuelve menos confusa en el instante en que ella selecciona una llamada que contestar.
El jefe de planta, enfrentado a tres emergencias y un accidente, sólo necesita escoger su primer objetivo de atención para comenzar el ciclo de volver a poner orden.
Mientras uno no seleccione un dato, un factor, un elemento en una confusión de partículas, la confusión continúa. Esa única cosa seleccionada y utilizada se convierte en el dato estable con respecto al resto.
Cualquier conjunto de conocimientos, más concreta y exactamente, se construye a partir de un dato.Ese es su dato estable.
Ahora bien, al enseñarle a un joven ambicioso cómo utilizar una máquina, él no entendió las instrucciones que usted le dio; si fue así, la razón es que no tenía un dato estable. Tenía que hacérsele entender primero un hecho. Captando ese, podría captar otros. Uno es estúpido, entonces, o está confuso en cualquier situación confusa mientras no haya comprendido completamente un hecho o un elemento.
Aunque las confusiones parezcan grandes y difíciles de superar, se componen de datos, factores o partículas. Tienen partes. Agarra una parte o localízala completamente. Luego mira cómo funcionan las demás en relación con ella, y has estabilizado la confusión. Y relacionando otras cosas con la que has agarrado, pronto habrás dominado la confusión en su totalidad.
Al enseñar a un chico a manejar una máquina, no le lances un torrente de datos y luego le señales sus errores: eso es confusión para él, eso le hace responder de forma estúpida. Encuentra algún punto de entrada a su confusión, un dato.Dile: “Esto es una máquina”. Puede que todas las instrucciones le fueran lanzadas a alguien que no tuviese ninguna certeza real, ningún orden verdadero. “Esto es una máquina”, dices. Entonces haz que esté seguro de ello. Haz que la palpe, que juguetee con ella, que la empuje. “Esto es una máquina”, dile. Y te sorprendería cuánto tiempo puede llevar, pero te sorprendería también cuánto aumenta su certeza. De todas las complejidades que debe aprender para usarla, debe conocer un dato primero. Ni siquiera es importante qué dato aprende bien primero, aparte de que es mejor enseñarle un dato básico sencillo.Puedes mostrarle lo que hace, puedes explicarle el producto final, puedes decirle por qué ha sido seleccionado él para llevar esta máquina. Pero tienes que hacer que un dato básico le resulte claro o estará perdido en la confusión.
La confusión es incertidumbre. La confusión es estupidez. La confusión es inseguridad. Cuando pienses en incertidumbre, estupidez e inseguridad, piensa en confusión y lo tendrás dominado..
¿Qué es, entonces, la certeza?La ausencia de confusión. ¿Qué es, entonces, la inteligencia?La capacidad para manejar la confusión. ¿Qué es, entonces, la seguridad?La capacidad para pasar a través de la confusión o bordearla o poner orden en ella. Certeza, inteligencia y seguridad son la ausencia de confusión o la capacidad para manejarla.
¿Cómo encaja la suerte en la confusión? La suerte es la esperanza de que algún hecho fortuito e incontrolado haga que uno salga adelante. Contar con la suerte es un abandono del control. Eso es apatía.
El control y la confusión
Existe “buen control” y “mal control”. La diferencia entre ellos es certeza e incertidumbre.El buen control es seguro, positivo, predecible. El mal control es inseguro, variable e impredecible. Con buen control, uno puede tener certeza. Con mal control, uno nunca tiene certeza.
Un capataz que hace que una regla esté en vigor hoy pero no mañana, que hace que obedezca Jorge pero no Jaime, está ejerciendo mal control. Ese capataz deja a su paso incertidumbre e inseguridad, no importa cuáles puedan ser sus atributos personales.
Dado que puede haber tanto control vacilante y estúpido, algunos de nosotros comenzamos a creer que todo control es malo. Pero esto dista mucho de ser verdad. El control es necesario para introducir algún orden en las confusiones. Uno tiene que ser capaz de controlar las cosas, su cuerpo, sus pensamientos, por lo menos hasta cierto punto, para poder hacer cualquier cosa.
Una confusión podría llamarse una “aleatoriedad incontrolada”. Solamente aquellos que pueden ejercer algún control sobre esa aleatoriedad pueden manejar las confusiones. Aquellos que no pueden ejercer control fomentan de hecho las confusiones.
La diferencia entre el buen y el mal control se vuelve entonces más obvia. La diferencia entre bueno y malo, aquí, es el grado.Un control concienzudo, positivo puede ser predicho por otros. Por lo tanto es buen control. Un control no positivo y chapucero no puede ser predicho. Por lo tanto es mal control. La intención también tiene algo que ver con el control. El control puede usarse con fines constructivos o con fines destructivos. Pero descubrirás que cuando se pretenden fines destructivos, se usa el mal control.
Así pues, hay mucho respecto a todo este tema de la confusión.Puede que encuentres un tanto extraño que la confusión en sí se utilice aquí como objetivo. Pero encontrarás que es un excelente denominador común de todo lo que consideramos maligno en la vida. Y si uno puede llegar a dominar las confusiones, su atención se libera para la actividad constructiva. Mientras a uno lo estén confundiendo las confusiones, lo único en que puede pensar son cosas destructivas: lo que más quiere hacer es destruir la confusión.
Así que aprendamos primero cómo destruir las confusiones. Y encontramos que esto es una cuestión bastante sencilla.
Cuando todas las partículas parecen estar en movimiento, detén una y mira cómo las demás se mueven en relación con ella, y entonces encontrarás que hay menos confusión. Con una adoptada como dato estable, se puede hacer que otras se alineen. Así, una emergencia, una máquina, un empleo o la vida en sí se pueden observar y comprender y uno puede ser libre.
Echemos un vistazo a cómo funciona esto. Hay una serie de factores que podrían influir para obtener, conservar y mejorar un trabajo. Uno puede manejar todo este problema, como lo hace la gente la mayoría de las veces, introduciendo en el problema el dato único: “Yo puedo conseguir y mantener un empleo”. Aferrándose a esto como única creencia, las confusiones e inseguridades de la vida se vuelven menos efectivas, menos confusas.
Pero supón que uno haya hecho esto: sin investigar más el problema, uno, siendo joven, apretó los dientes y cerró los ojos y dijo: “Yo puedo conseguir y conservar un empleo pase lo que pase. Por lo tanto, no me voy a preocupar más acerca de las cuestiones económicas de la existencia”. Bueno, eso estaba bien.
Más adelante, sin previo aviso, a uno lo despidieron. Estuvo diez semanas sin trabajo. Se sintió entonces, aunque sí que consiguió un nuevo empleo, menos seguro, con menos confianza. Y digamos que ocurrió algún accidente y uno volvió a quedarse sin trabajo. Cuando de nuevo quedó desempleado, de nuevo estuvo menos confiado, menos seguro. ¿Por qué?
Echemos un vistazo a la otra cara de esta Doctrina del Dato Estable. Si lo hacemos, aprendemos que a las confusiones las vuelven inefectivas los datos estables y que cuando se desestabiliza el dato estable, la confusión surge de nuevo.
Visualicemos una confusión como si estuviera parada. Todavía está dispersa, pero está parada. ¿Qué la paró? La adopción de un dato estable. Digamos que a uno le molestaba muchísimo en su casa una suegra. Un día, después de una discusión, uno se largó hecho una furia y se dijo a sí mismo en un momento de inspiración: “Todas las suegras son malvadas”.
Eso fue una decisión. Eso, correcta o incorrectamente, fue un dato estable adoptado en una confusión. Inmediatamente uno se sintió mejor. Ahora podía manejar el problema o sobrellevarlo. Sabía que “Todas las suegras eran malvadas”. No era verdad, pero era un dato estable.
Entonces, un día, cuando tenía problemas, su suegra intervino por su propia iniciativa, con una lealtad a toda prueba, y no solamente pagó el alquiler sino también la otra deuda. De inmediato él se sintió muy confuso. Este acto de bondad no debería haber sido algo que introdujera una confusión. Después de todo, ¿no había resuelto ella el problema? Entonces, ¿por qué se siente uno trastornado por eso? Porque se ha desestabilizado el dato estable.Toda la confusión del problema del pasado entró de nuevo en acción debido a la demostrada falsedad del dato estable.
Para confundir a cualquiera, lo único que tienes que hacer es localizar sus datos estables e invalidarlos. Sólo es necesario desestabilizar estos pocos datos estables con críticas o pruebas para volver a poner en acción todas las confusiones de una persona.
¿Ves?, los datos estables no necesitan ser ciertos.Simplemente se adoptan.Una vez adoptados, uno examina entonces otros datos en relación con ellos. Así, la adopción de cualquier dato estable tenderá a anular la confusión abordada.
Digamos que uno no teme nada respecto a la economía nacional gracias a una figura política heroica que está haciendo todo lo que puede. Ese hombre es el dato estable de todas las confusiones de uno respecto a la economía nacional. Por eso uno “no está preocupado”. Pero un día, las circunstancias o sus enemigos políticos le desestabilizan como dato. “Demuestran” que realmente era deshonesto. Uno entonces vuelve a estar todo preocupado acerca de la economía nacional.
Quizás adoptaste alguna filosofía porque el orador parecía un tipo tan agradable. Luego alguna persona te demuestra con rigor que el orador de hecho era un ladrón o algo peor. Uno adoptó la filosofía porque necesitaba que sus pensamientos le dejaran en paz. Invalidar al orador entonces traería de vuelta inmediatamente la confusión a la que uno se enfrentaba originalmente.
Muy bien. Observamos la confusión en el mundo del trabajo cuando éramos jóvenes y la contuvimos al afirmar con firmeza: “Yo puedo conseguir y conservar un trabajo”; ese era el dato estable. Sí que obtuvimos un empleo. Pero nos despidieron. La confusión del mundo del trabajo cotidiano se volvió entonces muy confusa. Si sólo tenemos este dato estable: “Yo puedo conseguir y conservar un trabajo”, entonces es seguro que vamos a pasar por algunos períodos de confusión en la vida laboral. Un dato estable mucho, mucho mejor sería: “Yo tengo comprensión acerca de la vida y los empleos. Por lo tanto puedo conseguirlos, conservarlos y mejorarlos”.
La confusión no necesita ser una parte inevitable y persistente de la vida laboral de una persona. Al emplear la doctrina del dato estable, se puede introducir, de forma gradual, orden y comprensión en cualquier situación.